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Los nombres son importantes” decía Publio Cornelio Escipión, general romano con imperium en Hispania durante la Segunda Guerra Púnica iniciada por Aníbal Barca, según narraba Santiago Posteguillo en
Las Legiones Malditas.
También los egipcios en la antigüedad creían en el poder de los nombres. Pensaban que conocer el poder de una cosa te da poder sobre ella y por tanto es un tema recurrente en la mitología egipcia (el
nombre secreto de Ra) o visible en su propia escritura como descubrió
Champollion al deducir que rodeaban acotando con líneas los nombres propios en sus jeroglíficos. Y como no podría ser de otra manera teniendo en cuenta el pasado común, los hebreos recurren a la religión y el mito (el
Golem y el nombre de Yahvé escrito en su frente) para evidenciar la importancia del nombre.
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Los nombres son importantes”, decía un jefe que tuve en cierta empresa. Y por ello trataba de seleccionar con cuidado el nombre de las partes que componían una aplicación y de la aplicación (
codename que dicen en
Microsoft) en si misma. Algo poco ortodoxo, pero curioso y útil.
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Hay que ponerle un buen nombre” decimos ahora cuando creamos un detergente con
Megaperls o una crema con
Hidroactive, pero al final todo se basa en lo mismo:
El nombre que damos a algo, condiciona nuestra percepción de ese algo.“
Programador” y “
programación” recuerdan demasiado a la columna de programas de televisión de una cadena local, como para que se tome en serio el trabajo que realiza un informático escribiendo código, y la propia palabra “
informático” está completamente desprestigiada debido a su abuso para todo (“
fallo informático”, redes informáticas, aplicaciones informáticas, sistemas informáticos de vuelo, informática doméstica, juegos informáticos…).
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Analista” suena mejor, ya que probablemente lo relacionamos con el análisis financiero, el dinero, Wall Street y demás cosas “grandes” y “serias”.
Supongo que de ahí mi preferencia (como consultor, analista y programador) de llamar al analista y programador informático, “
desarrollador”, que indica algo más
interesante que programar y sugiere que las aplicaciones no se piensan, escriben, prueban e implementan solas de la noche a la mañana y que requieren de cierto rodaje. Aunque me sigue pareciendo una palabra insuficiente.
También parece que este tema de la importancia de los nombres tiene mucho que ver con la aparición de términos cuanto menos curiosos en el mundo del software, tales como
"arquitecto de software", "
CEO de start up", o similares, aunque en mi opinión se debe más al marketing y las ganas de darse aires que a un intento de comunicación real con el cliente.
En cualquier caso los nombres son importantes y no es lo mismo echar horas y ganas a una actividad con un buen nombre que a una actividad que suena a viejo y aburrido.
PD: Supongo que
Shakespeare no estaría de acuerdo con esta entrada, pero el no vivía en la Era de las Comunicaciones.