Libro: Decisiones Instintivas
Autor: Gerd Gigerenzer
Editorial: Ariel
“Brillante” es el adjetivo que le pone Steven Pinker a este libro, y humildemente reconozco que coincido completamente.
Agarré este libro por si acaso, como bibliografía adicional sobre el comportamiento inconsciente a la vez que cogía el libro de Malcom Douglas “Inteligencia Intuitiva” pero esperaba que el plato fuerte fuera el de Malcom (el recomendado), no el de Gerd (de chiripa), y por ello he quedado gratamente sorprendido al constatar que esta obra es muy superior en todos los aspectos además de tratarse de una de esas obras que le dan la vuelta a todo tu modelo mental sobre como funciona el mundo. Es por ello que lo considero un libro revolucionaria y un must read para cualquier persona con interés en cualquier tema humano, social, político y en definitiva cualquier cosa que tenga algo que ver con personas.
Entrando en faena diré que “heurística del reconocimiento” es algo que resuena a cada momento en mi mente después de leer este libro, y con razón, ya que es justamente uno de los temas del mismo. Un concepto muy elemental pero que no puede sobrestimarse dada la importancia que tiene a la hora de entender el comportamiento irracional de la gente. Esencialmente este concepto de “heurística del reconocimiento” es muy sencillo y a muy grosso modo dice algo como: Si te suena elígelo. Pero Gerd lo desarrolla y apoya experimentalmente de manera tan detallada que uno acaba siendo capaz de reconocer cientos de comportamientos diarios propios y ajenos que se basan en ello: conducir hasta casa, preparar la cena, hacer la compra… cualquier comportamiento teóricamente complejo acaba siendo algo con un enorme componente de “heurística del reconocimiento”.
Pero Gerd no solo habla desde la teoría y detalla decenas de experimentos y discute los resultados para apoyar cuanto dice. Hechos y palabras… con una fantástica bibliografía además. Y la ventaja de saber que este hombre y sus colaboradores del Instituto Max Planck son fuentes primarias, con lo que los errores de interpretación o exageraciones quedan descartados.
Otra de las reglas de decisión que aborda y que me llamó la atención es la de “no rompas la fila” o “apoya la opción del grupo” y que usa para argumentar sobre una matanza de mujeres y niños en la segunda guerra mundial que llevaron a cabo los alemanes aun estando horrorizados de la propia orden y teniendo la opción de negarse sin represalias (referencia: Browning 1998). Resulta tan espeluznante como inquietante el hecho de que cumplieran la orden la mayoría de ellos sin rechistar y explica que de haber solicitado “voluntarios” en vez de haber ofrecido “la posibilidad de no llevar a cabo la acción” muchos menos habrían cometido el asesinato si es que alguno lo hubiera hecho. Aunque claro, no hay posibilidad de comprobar la tesis de Gerd.
A continuación pongo las acostumbradas citas extraídas del libro, pero como en otras ocasiones y muy especialmente en esta, aviso que el libro es infinitamente mejor que cualquier cita que pudiera ofrecer y particularmente en este caso, dada la trascendencia del libro y su actualidad (2008 y no es un refrito de escritor sino obra divulgativa de científico) y que es una obra completa y redonda.
Citando a Darwin:
Una tribu con muchos miembros que al poseer un elevado grado de espíritu de patriotismo, fidelidad, obediencia, valentía, y solidaridad estuvieran siempre dispuestos a ayudarse unos a otros y a sacrificarse por el bien común, vencerían siempre a la mayoría de las demás tribus, y esto sería selección natural.
Se nota que el autor ha dedicado tiempo a escribir el libro y a hilar correctamente las ideas que contiene cuando, en un ejercicio literario que para mí siempre representa calidad, hace referencia en la página 221 a un concepto inicialmente mencionado en la página 13. Concretamente cuando dice sobre los diez mandamientos de la tradición judeocristiana:
Las diez breves declaraciones eran fáciles de memorizar y han sobrevivido durante milenios. Si en el monte Sinaí Dios hubiera contratado a asesores jurídico, estos habría complicados las cosas añadiendo docenas de cláusulas y enmiendas en un intento de abarcar tantos aspectos de la vida moral como fuera posible. Pero al parecer Dios no tenía el objetivo de algo completo. Dios, creo yo, es satisfacible, no maximizador. Se concentra en las cuestiones más importantes y deja el resto de lado.
Continúa sobre moral diciendo:
¿Cuántas reglas morales necesita una sociedad? ¿Diez son suficientes o hace falta un sistema que tenga la complejidad de la ley tributaria americana? Esta ley es tan exhaustiva que ni siquiera mi asesor fiscal entiende todos los pormenores. Un sistema jurídico opaco no consigue generar la confianza y conformidad entre los ciudadanos. La transparencia y la confianza son dos caras de la misma moneda. Un sistema legal complejo fomenta los intereses de los grupos de presión que sacan provecho de las innumerables lagunas jurídicas. El experto Richard Epstein ha expuesto que el ideal de un sistema jurídico que lo abarque todo es ilusorio. Ningún sistema de la complejidad que sea puede englobar más del 95% de los casos; sobre el resto debe decidirse mediante evaluación. Aun así, este 95%, sostenía, puede resolverse con un número reducido de leyes. En su influyente libro Simple Rules for a Complex World [Reglas simples para un mundo complejo], Epstein, superando a Moisés, proponía un sistema de sólo seis leyes, entre ellas el derecho a la soberanía individual y a la protección contra las agresiones.
Y sobre política comenta varias cosas, entre las que cito las siguientes:
En algunos países, a los políticos se les aconseja que oculten públicamente toda traza de incertidumbre con el pretexto de “proteger” a sus ciudadanos como si fueran menores de edad. Pero la gente capta el juego, y esa clase de políticos crean un clima de incredulidad que genera desinterés y apatía política. Una encuesta Gallup sondeó a ciudadanos de cuarenta países y observó que, de entre todas las instituciones, los parlamentos y los congresos, supuestamente los organismos democráticos clave, eran los que suscitaban menos confianza. Eran superados hasta por las empresas multinacionales y los sindicatos.
Las políticas de misterio y certeza ilusoria dañan la confianza pública en las instituciones y en el cumplimiento de la ley.
Y también, acerca de la heurística de la sarta en política:
Un problema que al principio solo está vagamente asociado a un partido, por ejemplo la postura a favor del aborto o en contra de la pena de muerte, estará cada vez más vinculado al mismo a medida que los adversarios políticos adopten la postura contraria. Cuando pasa esto, los votantes pueden efectivamente leer de izquierda a derecha y ver donde se posicionan los partidos con respecto a las diversas cuestiones, pese a que la postura es a menudo poco más que un accidente histórico.
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