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martes, octubre 25, 2011

Proactividad



Desde que comencé mi vida laboral, no he dejado de oir, año tras año, empresa tras empresa, la palabra proactividad. Y siempre he sabido que el uso que se le da, es invariablemente erróneo. Normalmente se debe a pura ignorancia, pero a esta a menudo se le añade puro interés y cierta dosis de maldad que nunca deja de asquearme. Porque el concepto de proactividad lo acuñó Viktor Frankl como forma de sobrevivir a un entorno opresivo y malsano, como forma de mantener la vida y la cordura en un campo de concentración nazi.

Así que cada vez que, en un entorno laboral, oigo a alguien decir "hay que ser más proactivo" lo primero que pienso es que posiblemente se encuentra en un entorno psicológicamente malsano, y lo segundo que pienso es que la persona que me lo dice probablemente es una vendemotos con interés en que los empleados trabajen como esclavos.

Puede que esto parezca demasiado duro, pero se basa en mi experiencia y en saber de donde viene realmente el concepto de proactividad. Por supuesto no son leyes inmutables, y puede darse que la próxima persona sepa de donde viene el término, o que lo diga en un entorno donde el trabajo se planifica, se reparte adecuadamente, la gente (en particular los jefes) se responsabilizan e involucran en el día a día y no hay malos rollos. Pero creo que aun falta bastante para que vea ese día.

Para terminar, recomiendo el blog de Estratega, que tiene una entrada bastante buena al respecto de la proactividad, del que me permito copiar algunos extractos para los que no vayan a seguir el enlace:


la idea de proactividad acabó convirtiéndose en cliché y sirviendo varias posturas que no tienen nada que ver con ella, por ejemplo:
  • Practicar la hiperactividad, la impulsividad y asumir el riesgo sin reflexión, olvidando que la proactividad real parte siempre de principios y convicciones propias.
  • Trabajar intensamente
  •  hasta perder las suela de los zapatos o las huellas dactilares, si no quieres que te acusen de no ser “proactivo”.
  • Descalificar cualquier crítica
  • , por bien fundada que esté, al suponer que surge de la inercia y la defensa del status quo, es decir, de la “falta de proactividad”.
  • Identificar la proactividad con “agresividad”, palabra que sorprendentemente es asumida como un valor positivo en muchas organizaciones. Error, pues la agresividad es la manifestación de un entorno de “suma negativa”, en el que alguien pierde a costa de otro. Eso no es sostenible, pues una organización se fundamenta precisamente en lo contrario, en que unidos se es más.

-o-
[Un comentario al blog dice:] Lo más curioso de todo es que la proactividad surge como una resistencia frente a la opresión en condiciones muy duras. No puedo imaginar que nadie pueda comparar su situación con la de un preso del holocausto, pero cuando nos enfrentamos a las dificultades quizás tengamos que dar un paso más. Me explico, era evidente para los perseguidos que lo que los nazis hacían estaba mal, pero nuestra primera labor para ser proactivos es saber que diantres va mal con nuestra empresa, tarea o administración, para luego poder actuar desde valores que sabemos ciertos.Dicho de otro modo, fue proactivo quien, en los tiempos de la burbuja inmobiliaria decidió apostar por la economía de verdad, esa del trabajo, la innovación, el esfuerzo y la honradez, no los que se dedicaron como musarañas inquietas a rebañar las últimas cucharadas del bowl.

PD: La vaca de la imagen es de Ventas con Peña Aguilera.


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