Sobre Islandia se han escrito libros todavía actuales como
Además, gracias al empeño conservador/ecologista (en el buen sentido, sobretodo en el práctico) de sus 300.000 habitantes la naturaleza permanece en su mayor parte inalterada y eso fortalece aún más la sensación de que el hombre allí es un recién llegado sin importancia. La climatología y algún museo mostrando la vida tal y como era antes de las comodidades que trajeron los norteamericanos durante la segunda guerra mundial hacen increíble el hecho de que allí viviera gente desde hace 1000 años. Y si sumamos al clima los terremotos y volcanes, entonces es cuando empezamos a comprender ciertas cosas, como los valores de honor de los islandeses (esenciales en comunidades pequeñas y en situaciones críticas), la creencia en seres mágicos y la religión Asatru que profesan.
Islandia es un país único, y ello a los ojos de cualquiera, pero especialmente a ojos de alguien con interés en la geología como bien señaló un amigo mío antes de ir. Y cuando a sus paisajes los ilumina el sol entre las nubes bajas, individuales y densas; o cuando a medianoche el sol de verano ilumina de manera tenue antes de volver a salir, entonces se hace mágico y poblado de seres ente las caprichosas formas de la lava sólida.
Cada ángulo nuevo revela nuevas grietas y hendiduras en el paisaje donde corre el agua o se esconden animales, lo que acrecienta la sensación de poder perderse en un instante y ocultarse a placer.
Todo ello junto: magia, soledad y abrumadora naturaleza han hecho de este viaje algo inolvidable.
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